sábado, 26 de junio de 2010

Un Vlad Tepes para las vuvuzelas




En este blog mundialero encontré una corajuda defensa de las vuvuzelas, entonces....



Hablando del Mundial somos hinchas. De la historia de la resistencia en Sudáfrica, buenísimo; también del término “barritar” y los elefantes. Pero no veo dónde las vuvuzelas tienen melodía (y la melodía, dijo el otro día el violero Facundo Gorostiza, es en la música lo que la jugada en el fóbal). En la cancha, las vuvuzelas son vuvuzelas: molestia informe. Bullicio de aliento encornetado, aliento que no se la banca a capella. Las cosas no son su historia, son su uso, son la función en que se acoplan a la situación. Aquí, molestia en sordina, devenir mosquista de la fuerza de presión masiva. Enjambre incapaz de enunciados, vuvuzela. Al menos para nosotros: hinchas argentinos. ¿O en fútbol no confrontamos también los ritos? El ruido de las vuvuzelas bloquea los rugidos de la cancha. Tapa todos los sonidos de lo que para nosotros es una cancha de fútbol. Por mí que los sudafricanos las reciban a la usanza de Vlad Tepes.


Lo cual lleva a otra pregunta, acaso la única importante detrás de esto, que es por el componente de enemistad en el fútbol. La distinción amigo-enemigo… En ningún otro sitio de la cultura somos tan explícitamente amigos y enemigos; en ningún otro lado puteás y te putean tanto como en una cancha de fútbol sin derivar sí o sí en trompadas. ¿Hasta dónde llega ahí el juego? He visto entre hombres de perennes noblezas político ideológicas gritar en cada aparición de un nigeriano en pantalla el día contra Nigeria cosas como “negro esclavo, saltá del barco; sacate el grillete y corré; azúcar, algodón, caucho”, etc. Y un amigo sostiene seriamente que las vuvuzelas comprueban la inferioridad mental de los negros, dada para compensar su superioridad física.

1 comentario:

  1. no conozco demasiado la historia del uso de la vuvuzela en sudáfrica, pero me da la sensación de estar más cerca de una estrategia publicitaria en vistas de producir un signo distintivo del mundial que una revancha identitaria.
    aunque es cierto que el zumbido en sí mismo convoca imágenes tropicales, calurosas, sudorosas.
    Es difícil imaginar una vuvuzela en noruega.
    Habría que trazar la serie de esos signos distintivos: por ejemplo, el papelito argentino en el 78, la ola en méxico, etc.
    saludos!

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