martes, 29 de junio de 2010

TRISTEZA NAO TEUM FIN

DICE RUBÉN:
Da bronca cómo gana Brasil. No gana con belleza, no gana con superioridad, ni con autoridad, gana con una prepotencia fría, con un metodo a donde la calidad y la creatividad, mas que un atributo que contribuye a generar juego, es un diferencial natural que permite capitalizar el rédito, facturar el triunfo.

Brasil ha invertido la lógica del juego bonito, fundamento de su identidad, de sus triunfos más memorables y de sus fracasos más hermosos. El triunfo ya no es una consecuencia del juego, sino por el contrario, el juego es una necesidad para alcanzar el objetivo. Así se reconvirtieron. Pasaron de ser el ejemplo del derroche y la fiesta, a ser el ejemplo de la economía de recursos y la consagración. De un equipo que hacia del volumen de juego una especie de danza colectiva, a un equipo de jugadas eficaces. De un equipo que catalizaba una identidad adquirida, con certificado de origen, se transformaron en un equipo que define su identidad de acuerdo a una demanda externa. Antes, Brasil jugaba a lo Brasil porque no podía hacer otra cosa, ahora Brasil juega a lo Brasil solo cuando se lo exigen los otros. Es mas, Brasil juega como se lo exige el otro, el éxito, el triunfo. ¿Esto es culpa de Dunga? No. Brasil se pelenizó. Y este proceso de pelenización, con su correspondiente carga de tiotomnización, de su identidad futbolística, comenzó con el maravilloso fracaso de su equipo en el mundial 82 y se empezó a materializar, -piernas cortadas de Diego mediante- en el mundial 94. Desde entonces, la pelenización del futbol brasilero viene siguiendo una practica precisa y cada vez mas fría: dejaron de hacer flamear sus banderas y se concentraron en hacer realidad su lema: orden y progreso. Pelenización, en el sentido en el que Distefano diferencio a Pele de Maradona. Cuando a Pelé le llegaba una pelota –resumo, dijo Distefano- uno sabia que pele iba a hacer todo lo que había que hacer para que esa pelota terminase en gol. Cuando a diego le llegaba una pelota –bastardeo a Distefano, que lo dijo de una manera más hermosa- uno no sabia que era lo que Diego iba a hacer, pero sabía que la pelota iba a terminar en gol.

Brasil, de la mano de la técnica, se ha transformado en el equipo que mejor grafica la eficiencia y la economía de recursos. Parece ganar sobrando los partidos, como si siempre tuviese mas, pero en realidad, tiene mas? Hay una vieja identidad escondida como un potencial oculto por debajo del orden y el progreso? Su vieja identidad sobrevuela el campo de juego como un fantasma, pero es un atributo de su marca país: el fantasma solo asusta lo necesario para ganar, para alzarse con un triunfo que mas que despertar la alegría del despropósito y la abundancia, reafirma la sonrisa de la confirmación de una superioridad basada en la disciplina y el ahorro. A mi me da bronca como gana Brasil. Bronca, no envidia. Me gustaría tener que aceptar de los brasileros otro tipo de superioridad. Si hasta parece que se ahorran el agua de la ducha, porque corren tan rigurosamente que cuando termina el partido, no necesitan bañarse.

Me cuenta un amigo que viaja en Business, que cuando subís a un avión brasilero, en tu pantalla de dvd aparece un mensaje: dentro de diez años Brasil será una de las cinco primeras potencias mundiales ¿su empresa esta preparada?. Para ese éxito, para ese salto al vacío, el Brasil futbolero se viene preparando desde antes del año 94.


RUBEN MIRA

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